jueves, 31 de diciembre de 2009

Serpiente

Quizás en Lutecia se encuentre la razón,
Gesta del sentimiento accesorio,
Como un grito ahogado en lagos incestuosos
Sin vergüenza; ya, sin miedo y sin dragón.

Angustia del ser que transcurre sin retorno,
Besos envueltos en celofán, para regalo.
Una abominación espectral por el signo laberíntico
Con significados patéticos y agoniosos.

Club de París -acaso la Babel posmoderna-,
Donde no somos deudores, sino acreedores
De la pasión del arcaico Toth y su fisura,
De una unión, a la vez contingente y eterna.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Insignificante y etéreo.

Y si el amor no existe,
Decime entonces qué son
Estas sogas estrangulando mi torso
Que me llevan irremediablemente
(Práctica de un caos metódico).

Y si la nada no existe,
Decime entonces qué siento
Cuando veo sus sombras desde afuera
En lo frío y oscuro de esta noche,
Inexorable tiniebla interna.

jueves, 29 de octubre de 2009

Descabellado

Los ojos ensalzados,
con una mordaza atónita.
Soy hijo de un beso alquitranado,
amargo, seco, apático.

Metamorfoseado en un jején
soy Pandora sin caja
cuando tu voz penetra su oír
de bípedo irrisorio.

¡Cuidado! Aquí y allá
no se puede estar
(sos mi dios,
pero no sos Dios).

Y mi fe se acaba,
nadie reza por mucho tiempo
si la súplica no se escucha;
sin cruzar la línea.

El tizne gris de la acera
me grita y me susurra tu nombre
tan fuerte, que sigue presente
tan suave, que lo siento lejano.

martes, 20 de octubre de 2009

XX

¿Y si un día de estos,
gritando desaforadamente,
arrancamos esos lastres
de la cabeza oxidada
con un trajín deleznable?

Mezclamos ansias con costumbre,
y cantidad necesaria de esperma.
Y hacemos una micro nada.
O un hombre que dejará de existir,
cuando la dama de lo alto lo olvide.

Ella peina y maquilla sus angustias,
nos conoce y nos desconoce.
Y a la vez, bosteza nuestras almas,
con un sonido muy gutural,
que la penetra y la deshace.

¿Somos o no somos?
Fugaces como el alba
Las sombras de tu boca beso,
Y evoco imágenes de tu pecho,
Pero, si sos, si es que realmente sos
sólo ella lo sabe.

lunes, 19 de octubre de 2009

XIX

Gotas rojas caen,
devoradas por un enjambre
de furias agitadas,
de pasiones sin llanto.

El pasto que es,
o que no es
(dependiendo del observador
y de la luz, que se mueve)

Y cae el castillo de naipes,
y el tiempo nos escupe en la cara
su saliva amarga de lo inútil
cuando tenemos la nariz pegada al suelo.

El señuelo se activa -ella partirá-
y yo seré, o no seré
(dependiendo de su mirada
y de la luz, que se apaga)

Este zapato no calza en mi pie,
este beso no despierta mi sueño.
Y hay tanta sangre y bilis y saliva
que gasto absurdamente...

Mientras tanto, vos volás,
elogiando al San Nadie;
y uno se conforma con uno,
con lo único que tiene.

domingo, 11 de octubre de 2009

Skunk

Viajando a través de mí,
contemplo el enigma
de tus piernas jóvenes,
aplacando mis días.

Morigerando las voces
que me llevan a tu voz;
-todo es nada- murmuras.
Por detrás, un adiós.

Me cansé de llevar los ojos en sombras,
Y que me esquives como a Pepe le Pew.
No te apures, no me esperes, no calles, no corras;
Sólo dame un presente ferviente de azul.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Salvajes

Caballos galopantes al borde del río.
El amor puede demudar en otra cosa,
y seguir siendo apasionado.

No importa cuán violenta sea la marcha,
si no cambia, el ruido se dispersa y se va.
Así sucede, pues, con el idilio
en apariencia más candente.

La clave para que la llama siga viva
es alentarla con el viento.
Dejarla ser y no ser, ir y venir;
y, con una urgente calma
jugar, jugar todo el tiempo.

Propina

Me pierdo entre la sombra
de un sueño empapado en licor:
Gente desbordada en llanto,
Llanto desbordado en penas,
Penas desbordadas en recuerdos.

Una mano me acaricia esta vez,
Orgiásticamente,
en un ritual apasionado.

Dos labios (que forman tu boca)
Me dicen que sienten lo que no sienten
O lo que no se animan a sentir
(Por cobardía).

En los anaqueles,
Tus imágenes
Pasan a gran velocidad,
Signos del amor que no fue.

Y despierto.
El licor, ya vacío.
La pena, a punto de tener compasión de mí.
Dejo la propina y sigo
aquel vestigio de tus ojos guías,
que serenamente esperan.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Leve ensoñación

Te escribo para no dilatar mi recuerdo, y las caricias que te mereces.
Te extraño terriblemente, sin ti no es lo mismo que decir sin nada, teniéndolo todo.
Soy poco escribidor, y tengo un mundo de cosas que tu comprensión talentosa debe perdonar.
Vivo aplastado de recuerdos que me ahogan, nunca tuve un triunfo mayor que el que me has dado con quererme, pero estoy envejecido y seco de no verte.
¡Cómo te quiero, cómo te quise y cómo te querré!
¡Bendita Luna que te pone a mi lado desde que dejé de besarte!
He llorado sobre ti, aún te percibo en el abrazo tibio de esas caricias dulces que me diste entre tus brazos llenos de amor.

Te conocí una tarde,
cual brisa que arrulla los campos del trigal.
Tú dijiste muy quedo, yo me llamo María
Y fue una caricia tu voz celestial.

Fue en el mes de septiembre,
El de la primavera
Y ya nunca olvido, qué divina estabas
Que sentí en mi pecho, que sentí en mi alma,
Mis sentidos, todos, todos me dijeron:
¡Es ella, es ella la amada!

Osvaldo Cicero (20/10/1931- 05/09/2009)

Abuelo, he aquí un homenaje para vos. Subí algo que escribiste. Siempre vas a estar en mi mente y en mi corazón. Facundo

miércoles, 5 de agosto de 2009

Sacrificio

Tu cabeza en mi pecho.
Sinapsis exacerbada
de conexiones magmáticas.
Concomitancia de un David y una Venus de Milo
en una escena digna de imitación,
en un himno al erotismo.

El trabajo es arduo, sin dudas.
Pero es la más bella labor que me han encomendado.
Divertido y arriesgado,
como salir a la acera desde el balcón de un tercer piso.
Como Ícaro, por volar cerca del sol,
no advirtió que se derretía la cera que lo unía a sus alas.

Yo me entrego esta noche, sin reparos,
y me tiene sin cuidado si caigo,
porque sos mi reloj y mi brújula,
porque basta tu presencia para abstraer todo lo demás.
Y si muero sin tenerte, mi vida también se abstrae,
vana, errante, inútil.

jueves, 11 de junio de 2009

Después de tí.

Era una tarde otoñal, lluviosa y gris, en la que me encontraba tremendamente angustiado. Entre el hastío y el enojo conmigo mismo, debido a la desorientación que sufría por el abandono de aquel ser a quien tanto amaba, rompí en llanto sin encontrar un sentido a todo lo que había vivido hasta entonces. Mi corazón latía y latía sólo por inercia. Ya era el cuarto día que me ausentaba de mi trabajo , y poco me hubiese importado perderlo. De hecho, si a algo deseaba renunciar, era, precisamente, a mi miserable y ridícula vida.
En aquella oscura y desolada habitación donde estaba, decidí sentarme sobre mi escritorio, tomé lápiz y papel y escribí, a modo de despedida, frases sueltas que brotaban desde lo más profundo de mi alma. Una rara mezcla de sentimientos encontrados ofició de inspiración de una forma inusitada. Su efecto fue tal, que me sorprendí al ver la cantidad de hojas que había escrito en el correr de las tres horas siguientes. En el momento en que me detuve, se produjo en mí una extraña sensación de sosiego; la transmutación de sensaciones al papel había servido de catarsis. Extasiado, comencé a releer esos pequeños retazos muy detenidamente. A los pocos minutos descubrí, debo confesar que con gran alivio de mi parte, que aquello que había escrito era una especie de elixir y que, a pesar de que nunca se me hubiera ocurrido ser autor, tenía un poder de expresión innato al que debía explotar.
Así fue que me anoté en un taller literario cercano a casa y emergió de mí una pasión desgarradora por crear. Un entusiasmo inesperado, que me devolvió, paulatinamente, las ganas de seguir viviendo.

Volver

Todo empezó la tarde de ayer, puesto que ahora deben ser las tres o las cuatro de la mañana. Madrugada del 25 de diciembre. Navidad. Sobre la mesa, todavía quedan restos de la insólita fiesta. La mayor parte de la familia ya duerme, mientras que otros continúan despiertos, conversando con el tío Daniel.
Los adultos sabían que, en cualquier momento, él estaría por llegar, pero aún así no esperaban que se acercara a saludarlos en Nochebuena. Era Ingeniero en Sistemas y vivía, hace ya muchos años, en Norteamérica, por razones laborales. Cada vez que los llamaba era motivo de emoción y alegría para todos, gracias a que tenía un espíritu joven, a pesar de su avanzada edad. Para potenciar la emoción, decidió disfrazarse de Papá Noel y acudir así a la tradicional cena familiar que se celebraba todos los años en la casa del abuelo, de modo que la sorpresa fuera completa.
El tío llegó a Ezeiza alrededor de las tres de la tarde, y desde allí tomó un taxi hacia el hotel donde se estaba alojando. Al arribar, se cambió con mucho entusiasmo, esperando a que se produjera el momento exacto para la vuelta a su hogar. En el camino, fue observando las calles, las fachadas de los edificios y se asombró de ver cuán cambiada estaba la ciudad. Un dejo de melancolía hizo rodar una lágrima por sus mejillas, hasta perderse en sus labios. Por un lado, el sentimiento de que aquél era su lugar, y por otra parte, el saber que debería volver pronto a Estados Unidos, le generó tal sentimiento. Ni hablar cuando estuvo parado frente a la puerta de la que había sido su casa natal. En aquel lugar, vestido como Santa Claus y estremeciéndose, se presentó, golpeando la puerta.
Como nadie lo esperaba, los invitados se fijaron por la mirilla y, al ver a un hombre disfrazado, pensaron que podía ser un delincuente y llamaron al 911. Así fue que llegaron los patrulleros e intentaron aprehender a Daniel. Todo el barrio se mantuvo alerta por los ruidos de las sirenas, mientras él trataba de explicar que todo había sido una sorpresa (malograda) para su familia. El abuelo, al verlo ya sin parte del disfraz lo reconoció y, pidiendo disculpas a los policías, les explicó que todo había sido un error.
Cuando el tío entró a la casa, después del incidente, todos se aproximaron a él para abrazarlo, besarlo y conversar. La familia se volvió a sentir plena con su presencia, y realmente no deseaban que se fuera. Y, aunque ninguno de ellos lo intuía, esta vez volvería para quedarse. Al sentir de nuevo el calor del hogar, la unión de la familia, y el canto de esa ciudad donde había crecido, sin pensarlo demasiado decidió renunciar a su trabajo y quedarse a vivir en la Argentina. Por esta razón, todos celebraron doblemente en estas fiestas, y más aún Daniel, feliz por volver a su verdadero sitio.

lunes, 1 de junio de 2009

Evasión

El sexo sangra.
Los ojos, gélidos.
Sos como un árbol,
cuyas ramas esperan
ser acariciadas por el cálido viento.

Estático.
Perversamente estático.
El agua recorre tu cuerpo desnudo.
No la sentís.
No podés verla.
Pero marca tu existencia, que es todo, y no es nada.
Y en ese instante maldecís cada segundo,
Cada mirada, cada palabra.

¿De qué sirve tu ser, mi ser, nuestro ser, el ser?
Átomo en fisión.
La demencia ganará esta vez.
Sentís el aire, sos libre.

Perros que aúllan:
¿qué más da, si siempre lo han hecho?
A medianoche, hilos carmesí recorrerán tu cuerpo,
tejiendo una realidad que jamás podrás ver.

¡Iluso!
Marchitas las flores de tu huerto están,
por haber precipitado tu fin.

martes, 26 de mayo de 2009

Je ne peux pas déjà supporter ton absence.

Llevo un control de tus ausencias:
Las cuento, las vigilo y analizo,
las poseo, las sufro y las abandono
en el instante en que el aire se puebla de vos.
Y mis sentidos festejan tu ser,
que es mi norte.

Lástima que no sé de brújulas.
Lástima que otros marinos ya hayan llegado a destino.
¡Hay tanto sol afuera y sólo veo penumbras!
El jazmín recuperará su perfume, quizás con otra forma.
Y la risa, lejana compañera, anclará de nuevo en mi puerto.
Mientras yo, sentado,
vanamente, escribo a tu ausencia.

lunes, 25 de mayo de 2009

Himno interior

Roja la garganta, devastada por el silencio.
Voces en off.
Entre ellas, la tuya quema cada poro de mi piel.
Principio y fin.
Existencia efímera y añoranza eterna.
No es la primera vez que siento el escozor.
No es la primera vez que me entrego a las llamas.
Y sin embargo, tu fuego me es ajeno,
y mañana será hoy.

Ya no temo al invierno.
Ya no creo en quimeras:
Abro los ojos y no evoco tu figura,
porque no me pertenece,
porque no me perteneció,
porque mía nunca será.

Y entre mis sábanas gastadas no hay lugar para dos,
ni para la suave caricia evaporada en llanto.

viernes, 22 de mayo de 2009

Improvisación

Te veo fumar. Tras el humo, languidece tu figura, que se desdibuja ante mí y se vuelve a componer, con el simple objeto de contemplarte. Tus ojos, huéspedes infinitos de mi curiosidad, se pierden en ese instante en pensamientos abstractos, leves imprecisiones que jamás conoceré con exactitud.
Yo no respondo. O simulo no responder ante lo que significan tus ojos para mí. Evito tu mirada, que es un camino de ida: hasta ahora nunca pude regresar al lugar donde estaba desde aquel instante en que la fijaste sobre mí. Te observo una vez más pero seguís ensimismado, en un ensueño exacerbado, que comienza a erizar mis instintos más profanos.
Entre vos y yo, lamentablemente hay más que humo. Laberintos indescifrables se empeñan en impedirme llegar a lo más hondo de tu ser, aunque lo anhelo desde el preciso momento en que tu esencia se posicionó en mi vida. Instante que maldigo y bendigo al mismo tiempo. Ilusión e impotencia, dos caras de una misma moneda.
Hasta que, repentinamente, clavás tus ojos en mi cuerpo. Me mirás con deseo, pero éste se sublima al instante. Me preguntás si me siento bien, yo asiento y bajo la cabeza. Ya vas por el segundo o tercer cigarrillo, y la situación se torna insostenible. ¿Cómo contenerme?
Tengo que hablar con vos, pero no sé qué decirte. A veces las palabras están de más. Miro tu boca, la ansío, y nos acercamos como por casualidad. En ese momento das la última pitada. Y así, entre la niebla y la última bocanada, nuestras bocas emprenden una labor lúdica, aplazando un placer distante en silencios fortuitos.

domingo, 10 de mayo de 2009

Vil encanto

Otoño agónico. Mar de suspiros aletargados que se pierden en la arena, como si nunca hubiesen sido. Mi mente busca entre paradigmas las palabras perfectas para describir eso que siento, y que me hace actuar de este modo. Sólo hay caos, muerte, destrucción. Sentimientos encontrados e inefables, que tienden a abrumarme aún más de lo esperado. Quizás debería hallar un sentido a todo eso que me pasa, quizás todo lo que fue nunca debió haber sido. Solamente sé que al verte no puedo evitar forzar una sonrisa, necesito que creas que todo se encuentra como antes, aunque nada esté más alejado de la realidad. Mi lucha conmigo mismo se concreta, una parte de mí fenece con el contacto de tus ojos, aquellos que una vez me invitaron a lo más profundo de tu ser, y que hoy son parte de mi condena. Si acaso pudieras descifrar mi secreto más profundo, ese que te envuelve y te envía recurrentemente hacia mí, todo marcharía como siempre. No suscita el menor interés para vos, tu mundo de oropeles, halagos inútiles, frases armadas y emociones ficticias.
Mientras tanto, mis pasos siguen, uno tras otro, inercialmente. Todo marcha como debería continuar. Y vos, impávido, ni siquiera sospechás lo que podés provocar con solamente tu presencia.
Solo, con mi alma, miro aquel lugar donde te vi por primera vez. Mi pecho se oprime en un afán deleznable por contenerme y me pierdo, en otra oportunidad, en sórdidos ensueños que se esfuman, sublimando hechos, palabras, en la nada misma, en aquel estado del que nunca deberían haber salido.

jueves, 22 de enero de 2009

Desborde pasional.

Sangre,
Que brotas de mi pobre corazón,
llega hasta él para ver si un día ,
cegada su alma en melancolía
acude gimiendo a mi oscuro cajón...

Vida,
que tantos amores has sublimado
entrégate a él para ver si vuelve,
a aquel jardín donde ahora llueve
antes de que sus flores se hayan marchitado...