jueves, 3 de abril de 2008

Desenfreno

La fría noche de otoño se prestaba a la situación. Las hojas crujían ante los indiferentes pasos de Morfeo.
La divisó a lo lejos, y como su rostro no era tan desagradable, se acercó y la besó sin reparo alguno. En absoluto no era amor lo que sentían, pero se entregaron al ansia animal en aquel momento. Alfonsina premaneció de pie, junto a él, estupefacta por lo que había pasado. Una poderosa náusea se apropió de ella. Realmente le dio asco, y sin embargo no le importó.
Al fin y al cabo, habían sido prisioneros de un momento y nada más...