Roja la garganta, devastada por el silencio.
Voces en off.
Entre ellas, la tuya quema cada poro de mi piel.
Principio y fin.
Existencia efímera y añoranza eterna.
No es la primera vez que siento el escozor.
No es la primera vez que me entrego a las llamas.
Y sin embargo, tu fuego me es ajeno,
y mañana será hoy.
Ya no temo al invierno.
Ya no creo en quimeras:
Abro los ojos y no evoco tu figura,
porque no me pertenece,
porque no me perteneció,
porque mía nunca será.
Y entre mis sábanas gastadas no hay lugar para dos,
ni para la suave caricia evaporada en llanto.
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